Reflexiones desde uno y otro lado del camino, a propósito de los Tiempos Líquidos.

martes, 27 de abril de 2010

A propósito de la obra de Antonio Martín Ferrand o de la emergencia de patrones de significado en la recombinación de objetos y materiales





Las “cajas” de A.M.F. no solo enmarcan los objetos en un espacio tridimensional, sino que además están atravesadas por una dimensión temporal: traen a escena lo dado como objeto o cachivache al ámbito de lo plausible. Lejos de una integración “extemporánea”, hacen emerger lo que en ellos hay de sentido, de ser para otros.

Y es desde lo plausible donde se inscribe su potencialidad como relatos (los títulos de sus obras, lejos de acotar, expanden en el espectador un universo imaginario), como discursos que enseñan otra forma de ver, otra manera de sentir el “silencio” o el olvido de las cosas que nos rodean.

A.M.F. recupera, a través de su obra, el papel de “contador de historias”, de poblador en las miradas de ensueños míticos; haciendo que lo cotidiano, lo banal, lo intrascendente, nos abra el paso al otro lado del espejo y, al hacerlo, volvamos a interrogarnos por las cosas a las que damos importancia.

La combinatoria de los objetos de A.M.F. rastrea la “puesta en valor” no de tales objetos, sino del sentido que como posibilidad transita a los mismos. No es desde el hacer, desde lo instrumental, desde donde nos hablan las cosas que nos rodean.

Efectivamente hubo un tiempo en el que nosotros éramos la materia de la que está hecha la Historia y… las cosas tenían alma.

P.D. Gracias Antonio por revelarnosla.

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