"No hay perspectiva alguna de "reincrustación final" al término del camino; estar de camino se ha convertido en el modo de vida permanente de los individuos crónicamente desincrustados" (Zygmunt Bauman).
El éxito de las redes sociales es en sí mismo un exponente de la certeza de una no-posibilidad de "reincrustación". Cual navegantes desterrados ciframos nuestras esperanzas en los encuentros fortuítos, erráticos, que nos depara la Red. Generar sentido, marcos de referencia puntuálmente estables, constituye una necesidad que ha de ser satisfecha si queremos dotarnos de una mínima estabilidad frente al vértigo de lo líquido, lo fluido.
En este contexto, vivimos no tanto un shock del futuro cuanto un shock del presente: ¿cómo encontrar la siguiente baldosa en el camino amarillo?.
Las "crisis" son cada vez más globales, más universales, como espejos escamoteadores de las crisis individuales. En una sociedad que deja al individuo la responsabilidad de su futuro "desincrustado" vemos en el Otro nuestra propia realidad browniana: motas de polvo que habitan el no-espacio de lo virtual pero que han de hacerlo habitable.
El discurso - los espacios conversacionales- como lugar de encuentro con el Otro se ha convertido en la boya de señalización de nuestro lugar en el mundo.
Reflexiones desde uno y otro lado del camino, a propósito de los Tiempos Líquidos.
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